lunes, 19 de marzo de 2012

Deberíamos irnos a Brasil

Ayoze hacía el cristo con los ojos cerrados, sintiendo cómo la marea mecía sus michelines con delicadeza. Oh, felicidad. De pronto, una ola se alzó caprichosa sobre las demás y le chapoteó directa en la cara. Oh, incomodidad. Pero gracias a eso vio la aleta. Asomada por la superficie, deslizándose a toda velocidad en su dirección. Oh, mierda.
Ayoze intentó gritar, pero no pudo. La aleta tenía un rumbo claro. Aunque no preveía que aparecería otra sombra mucho mayor justo por detrás, mucho más oscura, mucho más rápida. La sombra alcanzó a la bestia en un periquete, y la hizo desaparecer en las silenciosas profundidades.
Ayoze llegó a la orilla entre jadeos, justo cuando una niña pequeña se le acercaba corriendo.
-¿Está bien, señor?
Ayoze sonrió a la niña y le revolvió el pelo.
-Sí, pequeña, gracias...¿Sabes por qué me he salvado?
-¿Por eso?-preguntó ella señalando una estructura en el mar muy a lo lejos, con grandes tubos que escupían toneladas de humo al cielo.
-Por eso, muy bien. Una vez más, el petróleo ha vuelto a salvar al hombre de la desgracia.
La niña, que miraba la sombra oscura que teñía el agua de negro poco a poco, parecía no comprender.
-Pero...¿qué pasará cuando no nos podamos bañar en el mar?
Ayoze rió con fuerza, mucha fuerza.
-Nos iremos a Brasil, pequeña, nos iremos a Brasil.


Si no eres de los que quieren irse a Brasil, Canarias te lo agradecerá. Aún hay tiempo: este 24 de Marzo, únete a la manifestación contra la extracción de petróleo en nuestras costas.

viernes, 16 de marzo de 2012

Deberíamos anidar

Despierto con el mar mojándome el oído
y salgo al azul quemado de Getafe
En la rama del árbol seco hay un nido

¿Dónde estoy?

Nubes grises dicen de Tenerife
que te guardaré un asiento en la guagua
En la rama del árbol verde hay un nido

¿Dónde estoy?

Próxima estación: Las Margaritas
Me bajo y me bebo una brisa de agua
y me bebo a buches el tiempo contigo

¿Dónde estoy?, pienso antes de dormirme
oyendo un lejano rumor de inocencia
de calles calmadas en sábanas frías

¿Dónde estoy?

La calle Madrid guarda toda la ausencia
de cuestas de la calle Castillo
Los árboles son verdes o son secos
pero en todos ellos hay un nido

Deberíamos bailar flamenco en una oficina de La Caixa

Un tipo llamado Gene Sharp decía que hay 198 formas de hacer la revolución. De esas 198, hay pocas que provoquen ganas de descojonarse, aplaudir y bailar al mismo tiempo. "Esto no es crisis, no, no, se llama capitalismo".


Mi más sincero ole!

jueves, 8 de marzo de 2012

Deberíamos matar vacíos

Por poder puedo
combatir penumbras de lágrimas
cuando siento húmedo mi pecho
Por poder puedo
pelear tu enfado transparente
Empuñar verdades y escupir hechos

Pero si hay algo que me ataca
y desarma, dejándome maltrecho
de certezas en el alma
son tus vacíos

Los vacíos se sienten sin susurros rotos
Se hablan con monosílabos metálicos
Con frases deslizadas en cubitos de hielo

Basta un buen silencio para matarlos
y una palabra que abra
bajo mis pies el abismo
que asusta mirar
por no ver en él tu mirada

miércoles, 29 de febrero de 2012

Deberíamos compartir historias

El avión despegó conmigo totalmente frito en el asiento, babeando y con un principio de tortícolis por el anormal ángulo de mi cuello. Cuando desperté, la azafata bramaba por megafonía que había turbulencias y que por favor nos pusiésemos los cinturones de seguridad. Para amenizar los baches entre nubes, me saqué mi librito de la mochila y empecé a leer.
Habría avanzado apenas medio capítulo cuando noté que el pasajero de mi derecha estiraba el cuello hacia las páginas con curiosidad. Ahí se quedó un buen rato, leyéndolas palabra por palabra.
No es que me importase, se trataba de un buen libro y me sentía orgulloso de exhibirlo. Observé al hombre de reojo. Bien vestido, pelo engominado, reloj centelleante. Distraído estaba en evaluarlo, cuando el tipo alargó un brazo con parsimonia y pasó la página de mi libro. Luego siguió leyendo.
-Oiga, ¿pero qué hace?-dije boquiabierto.
El pijo levantó la vista del papel muy lentamente, como si quisiera acabar de leer una frase hasta el punto.
-¿A ti qué te parece?-su voz era repelente y aterciopelada.
-Pues... ¿que acaba de pasar la página de mi libro?
-Bueno, ¿y?
-Que éste es MI libro.
-El libro es tuyo, pero la historia que contiene no.
-¡Pero tendrá cara...!
-¡Tendrás cara tú!-el hombre me señaló con un dedo acusador, y varias cabezas se giraron de sus asientos para mirarnos- Tendrás cara tú. ¡Te piensas que puedes hacer esa historia tuya! ¿Qué te crees, el autor de la novela? La historia la escribió un hombre que quería que todos la leyésemos, la historia es de todos. Y por lo tanto, hay que compartirla.
 Yo había enmudecido en mi asiento, sin saber qué contestar. Al fin, dije:
-Bueno, ¿y cómo lo hacemos?
-Muy sencillo. El primero que acabe la página pasa la siguiente.
Lo pensé un momento. Parecía bastante razonable.
-Está bien.
Y dicho esto, ambos bajamos la cabeza hacia el libro, sumergiéndonos en una carrera a contrarreloj. En ocasiones, veía que el pijo me estaba ganando y fingía haber terminado para pasar la página. Me perdía algunas partes significativas, pero al menos le iba ganando a aquel pedantón.
Daba gusto compartir historias.

jueves, 23 de febrero de 2012

Deberíamos hacer un rap con la i


Fingí vivir viril y vi mil titis
Distinguí iris gris, mini bikini, pircing chic…
¡Tilín, tilín!
Vicky: di, mi chiquitín
Mi bici quinqui: riing riing, mi slip: ¡Kikirikí!
Inhibí mis pis, difícil, sí, ni Britni Spirs
¿Stritptis?, insistí.  
Vicky: Jijiji, pillín…
Vini vidi vinci, quiqui sin sillín… vil crisis
                                       

Incivil mili, dirigís gilis, incidís chips sin kit wi-fi
PIM! Misil infringir Fidji, infringir Minsk
Infligir bilis, bilis civil…
Dimitid, skins!

martes, 21 de febrero de 2012

Deberíamos dormir juntos

Dormir contigo es curioso.
Cierro los ojos sabiéndome entrelazado en tus piernas y brazos. Es casi un breve parpadeo; cuando despliego los párpados la luz ya innunda la habitación. Tú sueles estar despierta, y tengo tu cara al alcance de un beso.
Y cada segundo que pasa es genial, pero pasa. Como si, al mismo tiempo, saborease un bocado de una tarta y sintiese anticipadamente el hambre que viene después. En la cama los segundos huyen por la puerta antes de que pueda detenerlos, de que pueda pararlos para siempre y acomodarme en ellos, relajarme sin prisas entre tus piernas, tus brazos.
Esta noche no estás, me toca acostarme con la huella de tu abrazo y tu respiración en la banda sonora de mi cabeza. Cierro los ojos sabiéndome entrelazado en tus pensamientos.
Me viene a la mollera además una última idea febril, una mezcla de sueño, penumbra y realidad...

Existe una tribu, una tribu urbana. Cinco graciosos hombrecillos a los que su aldea (o ciudad) se les queda pequeña. Nacieron para ver mundo, salvar princesas y matar monstruos.
En la noche de cierto día escuchan un rumor  y, entre la maleza de edificios, hallan un barco. Pero no es sólo un barco, sino también una casa, y una especie de zeppelin al mismo tiempo. Se montan sin pensarlo y entonces el artefacto se eleva en el aire. Coge más y más altura y se pierde entre nubes grisáseas, nubes de tormenta, de miedo, de peligro...
Click para ver el sueño