lunes, 19 de marzo de 2012

Deberíamos irnos a Brasil

Ayoze hacía el cristo con los ojos cerrados, sintiendo cómo la marea mecía sus michelines con delicadeza. Oh, felicidad. De pronto, una ola se alzó caprichosa sobre las demás y le chapoteó directa en la cara. Oh, incomodidad. Pero gracias a eso vio la aleta. Asomada por la superficie, deslizándose a toda velocidad en su dirección. Oh, mierda.
Ayoze intentó gritar, pero no pudo. La aleta tenía un rumbo claro. Aunque no preveía que aparecería otra sombra mucho mayor justo por detrás, mucho más oscura, mucho más rápida. La sombra alcanzó a la bestia en un periquete, y la hizo desaparecer en las silenciosas profundidades.
Ayoze llegó a la orilla entre jadeos, justo cuando una niña pequeña se le acercaba corriendo.
-¿Está bien, señor?
Ayoze sonrió a la niña y le revolvió el pelo.
-Sí, pequeña, gracias...¿Sabes por qué me he salvado?
-¿Por eso?-preguntó ella señalando una estructura en el mar muy a lo lejos, con grandes tubos que escupían toneladas de humo al cielo.
-Por eso, muy bien. Una vez más, el petróleo ha vuelto a salvar al hombre de la desgracia.
La niña, que miraba la sombra oscura que teñía el agua de negro poco a poco, parecía no comprender.
-Pero...¿qué pasará cuando no nos podamos bañar en el mar?
Ayoze rió con fuerza, mucha fuerza.
-Nos iremos a Brasil, pequeña, nos iremos a Brasil.


Si no eres de los que quieren irse a Brasil, Canarias te lo agradecerá. Aún hay tiempo: este 24 de Marzo, únete a la manifestación contra la extracción de petróleo en nuestras costas.

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